La lectura es una actividad que consiste en interpretar y descifrar,
mediante la vista, el valor
fónico de una serie de signos escritos, ya sea mentalmente (en silencio) o en
voz alta (oral). Esta actividad se caracterizada por la traducción de
símbolos o letras en palabras y frases dotadas de significado, una
vez descifrado el símbolo se
pasa a reproducirlo. La lectura es hacer posible la interpretación y comprensión de los materiales
escritos, evaluarlos y usarlos para nuestras necesidades.
La sola capacitación para leer
(habilidad para decodificar), no crea lectores y como no nacemos lectores, es
necesario conocer estrategias para acercar al libro" (Ester Jacob).
Formar lectores es muy distinto
de enseñar a leer. Para ayudar al niño a tener ganas de leer y mantener el
interés por los libros y la lectura, es imprescindible que padres y maestros
estén estimulados. No puede transmitirse algo que no se siente.
¿Por qué los chicos no leen?
El niño toma contacto con los
libros y los cuentos desde pequeño. Está ansioso por aprender a leer para poder
decodificar él mismo las historias que sus familiares le han contado o leído.
Hasta el ingreso a la escuela, el niño persigue a los integrantes de la familia
para que le lean o le cuenten historias. El libro es uno de sus juguetes
preferidos. A los seis años ingresa en la escuela donde después de una ardua
tarea aprende finalmente a leer. Aquí es donde la familia debe prestar su mayor
apoyo. La lectura en esta etapa no resulta placentera para el niño. Es más, le
cuesta, se equivoca y no alcanza a comprender lo que lee. Por eso insistimos en
que la familia debe continuar acompañando al niño con la lectura compartida de
los temas que le interesan, con la narración de cuentos y con el fomento de la expresión
oral. Este será el mejor incentivo para perfeccionar la lectura.
La escuela es la encargada de
enseñar a leer con el objetivo de emplear la lectura para el aprendizaje.
Además es el lugar donde se imparten los conocimientos. Por lo tanto, el niño
relaciona la lectura escolar con la obligatoriedad. Es muy difícil que la
obligatoriedad lleve a la adquisición del hábito de la lectura. Generalmente la
obligatoriedad genera rechazo. En este momento la lectura se ha convertido en
un fastidio para el niño y cualquier intento de revertir esta situación
resultará vano. El niño no comprende para qué le servirá en el futuro saber
leer. Le interesa hoy, leer algo interesante, algo que lo distraiga, que lo
haga soñar, imaginar.
El lector se forma y para ello es
necesario el trabajo en conjunto de la familia con la escuela. La familia irá
acompañando los logros e incentivando el placer por la lectura. Una vez
adquirido el hábito y la necesidad de contacto con los libros, el niño
alternará sus lecturas entre lo obligatorio y lo recreativo. Estaremos así en
presencia de potenciales lectores que necesitarán de la lectura diaria para su
subsistencia.